domingo, 30 de agosto de 2009

Verano

Sigo tus pasos desde la penumbra hasta el olvido y tropiezo torpemente con la esquina de tu ombligo y de tus labios. Es verano. Y el silencio tosco de la flama, me derrumba y me supera. Tramo planes contra el sol, todos estériles y absurdos como restos de lo quemado. Sólo me queda esperar la noche. La noche, mi salvación.

Hay veranos que se precipitan sobre nosotros como la niebla al amanecer. Y tan inevitable como abruptamente nos desbordan. Lleno. Sol. Noche. Música. Rufus muy fuerte y a destiempo. Tanto como el Levante, que silba en las esquinas de tu pelo y me provoca. Vino, en exceso. Calor penetrante. Noches en vela, intencionadamente. Silencio. Sal. Y olor a sal. Sombra como vida temporal. Frío como recuerdo imposible. ¿Qué habrá sido del otoño...? Tiempo. Mucho y lento. Tractores que devoran la arena de la playa sin sentir. Vecinos insomnes como tus ojos. Piel roja, quebradiza y brillante. Gritos inconscientes de la hora, del momento y del después. Tintineo de estrellas a punto de llorar. Restos de todo y de ti. Sábanas como grilletes. Viento, pereza y quietud. Verano. Todo se rinde al verano. Las cosas, las horas, la casa. Todo. Todo menos tú.

2 comentarios:

SofíA dijo...

...qué largo está siendo tu verano, jajajaj.

Besitos

Anónimo dijo...

Quién fuera tu verano, tu sol, tu vino en exceso, tu insomnio y sobre todo ....quién fuera tu inspiración!!